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En los pies del otro: Testimonio de la fotografía documental como búsqueda de reparación simbólica

 

Conferencista: Álvaro Cardona, comunicador social y periodista de la Universidad de Manizales, se dedicó al fotoperiodismo desde los inicios de su carrera hace nueve años. Obtuvo el premio Colombo Suizo de fotografía en 2012 y fue finalista del Premio Gabriel García Márquez en el 2013 con la serie: “Padre, hijo y Espirítu Armado”, retratos realizados en Norte de Santander, después de un año de acompañamiento a la comunidad que fue víctima de la masacre de la Gabarra, en el Catatumbo, en agosot de 1999. Esta serie fue seleccionada como portada del primer libro gráfico e investigativo sobre las víctimas en Colombia, editado por Publicaciones Semana. Ha trabajado para medios tan diversos como la Revista Soho, la Revista Semana (en sus ediciones regionales); con KienyKe, el periódico Q`hubi y el diario El Espectador y El Centro Nacional de Memoria Histórica.

Fecha: martes, 23 de febrero de 2016

Álvaro empieza agradeciendo el espacio. Habla después de su trabajo Padre, hijo, espíritu Armado, realizado en la Gabarra en el Catatumbo. Este es un lugar de difícil acceso, en ele que sus habitantes han vivido hechos atroces y se celebra cada año el Festival de la vida, para conmemorar las masacres que sucedieron. Álvaro cuenta que Padre hijo y espíritu armado tiene un contexto más amplio tanto para el territorio como para él. Dice que para él este trabajo marca el momento de pasar de ser un periodista y un fotógrafo de modas a volver a ser humano. Él siempre se interesó por la función de la comunicación social y el periodismo. Cuando acaba sus estudios sale a trabajar en Manizales, pasando por varios periódicos como el Q’huibo. La temática de éste periódico es la del conflicto de la ciudad y los accidentes entre otras cosas. En esta experiencia, debe hacer reportajes de situaciones donde mueren personas y en el proceso empieza a preguntarse sobre la ética de tomar fotos sobre el dolor del otro, por ejemplo en situaciones donde esto puede incomodar a los familiares de los difuntos. Posteriormente trabaja en El Espectador, en la sección de Quién y Qué termina involucrado en una revista prestigiosa para hombres como productor y fotógrafo. En un momento, en su trabajo debe tomar la foto de un vibrador rosado, lo cual lo hace cuestionarse y replantearse su quehacer. Vuelve la idea a su cabeza de que su fotografía no puede ser automática, debe tener un impacto. Decide renunciar y empieza a buscar trabajos temporales para obtener recursos. Lo llaman para contratarlo desde un empresa privada para la realización de un banco de imágenes en el Catatumbo. Junto con la firma de su contrato, debe firmar un papel en donde dice que, aunque le pondrán un esquema de seguridad, la empresa no se hace responsable por su vida.

Decide aceptar el trabajo y se va al Catatumbo, en donde se encuentra con un panorama desolador. Un lugar que por el plan Colombia la capa superior de la tierra dejo de ser cultivable, donde el agua se contaminó, donde solo hay cultivos ilícitos, donde por la imposibilidad de sembrar comida esta tiene que entrar por camión o río desde Venezuela; Donde los niños crecen a merced de las vecinas porque sus padres están raspando o fabricando pasta de coca. Donde ocurrieron masacres durante 6 años. Un lugar donde llegaron 200 paramilitares y en donde por cada casa hay al menos un muerto y en cada familia hay alguna persona que se fue para alguno de los 3 grupos armados, Farc, ELN o AUC. Álvaro dice que es difícil hablar de las personas por estadísticas en estos escenarios porque el dolor de uno es el dolor de todos, pero se calculan 9000 personas asesinadas, tal vez una de las masacres más grandes realizadas por los paramilitares. Cuenta que Chávez mando pedir que no echaran más muertos en el río porque este llegaba al río Maracaibo y sus aguas estaban rojas. Los pescados se engordaron con las muertes, con las personas que tiraban al rio, por lo que la gente no volvió a comer pescado. Él cumplió con el trabajo comercial solicitado pero se planteo ser fiel a su reflexión años. Su proyecto decidió titularlo Padre hijo, espíritu armado, pues la palabra armado contiene muchos significados: Armado de conflicto, armado de armar las fotos con retazos pero también de quitar la r y quede la palabra amado.

Habla primero de La Esposa, Lucy que ya tenía dos hijos cuando llegó una camioneta 4×4 y se llevó a su esposo, un campesino que no tenía nada que ver con el conflicto. Por un rumor, (los rumores matan), le taparon los ojos y la boca y se lo llevaron. La hija de Lucy no conoció a su papá, pero su abuela, siempre que quiere ver a su hijo va y mira su nieta. De aquí surge la potencia del proyecto que es rescatar de la desaparición forzada y traer a la vida, en el rostro de las personas o victimas que siguen vivas, a su ser querido que ya no está. Acentuar esas semejanzas de las cejas, los ojos, la barbilla que encajan. La foto es una conmemoración al momento en que Luis fue raptado; es resaltar que él sigue vivo en el recuerdo y los rostros de sus seres queridos. Álvaro plantea que hacer esto no fue fácil porque fue un año de concentración con las familias para sacar 15 fotografías, en donde iba a la casa de ellos, a convivir con ellos. No quería hacer un ejercicio de reportaría común en donde vas, haces lo que necesitas y te vas. Él se fue metiendo, pidiendo tiempo y espacios para quedarse por parte de la empresa privada y poder realizar su trabajo. Encontrarse a estas tres personas fue encontrar cómo el país esta fragmentado y las redes sociales se han roto. En donde se debe pedir permiso para hablar con el vecino. Las fotografías so lo único que las personas tienen y conservan de sus familiares. Con este trabajo, hacía entonces un acto simbólico, en donde, frente a la esposa, debía rasgar la fotografía de su esposo. En el proceso dice que pasó de ser un victimario en el momento en que rasgaba las fotos a ser un reparador gracias al resultado del proceso.
Cuenta la experiencia de cuando rasgó la fotografía del esposo de Lucy. Mientras lo hacía, por el rostro de ella caía una lagrima. EN ese momento se cuestiona los que está haciendo, dice que no estaba preparado para ese momento, que es imposible estar preparado. Se pregunta si no era mas cómodo estar fotografiando vibradores. Que en ese momento comprende que se está enfrente del conflicto armado, que tiene una victima ahí desnuda, que busca desesperada así sea un diente para enterrarlo y él llega con esa foto para rasgarla, como si la hubieran rasgado los paramilitares. Cuenta que en ese momento estaba a punto de caer ero no podía hacerlo porque su lugar ahí era en torno a su memoria, a rescatar de alguna forma a ese rostro del olvido. Dice que al pasar su mano por el rostro de ella para secar su lágrima, sintió que era la mano de Luis, y se creó una complicidad, en donde se rasgó el rostro en conjunto, para que Lucy pudiera ver su rostro en el rostro de su ser querido.

Después habla de La Madre, Luisa, que tuvo dos hijos. Uno que cayó al hueco y se volvió muy drogadicto, lo que lo llevó a pedir, a robar. El padre, pide a los paramilitares que se lo lleven y nunca se vuelve a saber de el. El mismo papá lo entregó para que lo desaparecieran. Su otro hijo era campesino y luchaba por toda la familia. Un día salió a trabajar y cayó en un enfrentamiento entre las Farc y el ejército. Los del ejercito lo mataron y lo hicieron pasar por guerrillero, incluso le ponen el uniforme, hecho que ha quedado en la impunidad como muchos otro.

Por último cuenta la historia de El Hermano, Marco Aurelio. A su hermano lo matan por no dejar hacer negocios a los paramilitares en su finca. Tiempo después mueren de pena el padre y la hermana. Él pasa de ser el más rico del pueblo a ser el mendigo. Álvaro plantea que la espiral de violencia se hereda. Los muertos todavía se sienten 30 años después. Y esto nos toca a todos. Todos cargamos el dolor así no lo hayamos vivido.

Después de todo el proceso, busca ubicar las fotos en la capital para darle visibilidad a esas historias, porque si Salvatore Mancuso puede hablar, las victimas también deben tener un lugar para hacerlo. Deben poder decir “a mí me paso esto, escuche, para que nunca vuelva a pasar”. Tenía en sus manos tres historias que podía hacer llegar a los ojos de alguien, de Mancuso y decirle “vea, así acabó esto”. Con este trabajo se gana el premio de fotografía más importante del país y pide para la inauguración traer a los protagonistas, sacarlos de su esfera, ya que iban a haber muchas personas y esto podía hacer que llegaran sus historias a otras esferas. Después, se llevó la exposición a la gabarra en el festival de la vida con el fin de impactar el territorio, devolverle al territorio las tres historias que le dio. A esta exposición fueron personas de todos los grupos y Álvaro vio cómo los actores armados, vestidos de civil, miraron las fotos y empezaron ellos también a llorar.

Ante las preguntas del público, Álvaro plantea que la cámara es una pared, pero que este trabajo le enseñó a cargar las historias de la víctimas, ponerse sus tacones, sus botas, sombreros para ver qué se siente y poder comunicárselo a mucha gente. Que llega a laidea de romper la foto por un momento de inspiración fugaz. Que para protegerse, lo que hizo fue trabajar con las niños de la región, enseñándoles. De esta forma, buscó establecer un puente y enviar un mensaje directo a los padres de estos niños, que son los comandantes de los grupos, ganado su confianza. Que la fotografía debe funcionar como una acción, transmitir un mensaje, hablarle a quienes han cometido los crímenes y a la sociedad en general. Frente a la pregunta de cómo manejar la desesperanza ligada al trabajo dentro del conflicto, dice que se debe ver todo el panorama. Matan a alguien pero un niño sonríe. La clave está en ver ambas cosas al mismo tiempo. Fijarse en esos detalles mínimos porque ahí está la esperanza.

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